sábado, 5 de febrero de 2011

Hechizo

Tengo la senación de que no vivo, jodida ironía. Algo de maquillaje tristeza
en mis mejillas para la apagada sonrisa y un poquito más de lo mismo para sombra de ojos.

Respiro lentamente, ya no llevo prisa, no me aproximo jadeante por la carrera e intento ignorar el tic toc diciendo que perdí.

Queda a veces sobre mi espalda, casi siempre contra mi pecho, el fantasma de una pasión, de un amor ardiente del que sólo quedan humo y cenizas. He sobrevivido al hechizo que evocaba tu prescencia aterradora, asfixiante. Bendita.

¿Qué podría ser peor que esto?

Veneno caliente corriendo a través de mis venas, pudriendo mi sangre. Y sin embargo, vivo. ¿Qué puedo hacer sino llorar esta maldición? Me doblo, me parto, me doblego. He quedado encerrada en tu hechizo. Busco tu escencia buscando liberarme. No estas. ¿Por qué?

Vuelve y matame, por piedad, te lo ruego. No me dejes sólo así, a medias, termina el trabajo o presentate y liberame de tu embrujo, de mi condición masoquista, de la esperanza de sólo sentirte cerca, de tu imagen, de mis lagrimas, de los latidos desperdiciados en melancolía... de ti.

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